jueves, 13 de noviembre de 2025

REFORESTAR LA IMAGINACIÓN

 

 

Arriba: graffiti en una calle de Villangómez (Burgos). Abajo: imagen de portada del libro "Criticar el valor. Superar el capitalismo", de Anselm Jappe, Jordi Maiso y Jose Manuel Rojo

 

"Refosterar la imaginación" es el título de uno de los capítulos del libro de referencia ("Criticar el valor, superar el capitalismo", de autoría colectiva y editado en 2015 por la editora Enclave de Libros). De ese concreto capítulo es autor Anselm Jappe, especializado en pensar la categoría abstracta del trabajo asalariado, en desentrañar el misterio de cómo se produce  "valor" (el capital), en qué consiste el fetiche de la mercancía  y cómo el trabajo y la propia vida son convertidos en mercancía capitalista sin enterarnos, delante de nuestras narices.

Fuimos a Villangómez, hace unos días, por Herrera de Pisuerga, Melgar de Fernamental y Padilla de Abajo, sorteando la autovía repleta de camiones que van cargados a Francia y Alemania pasando por Burgos. Fue aparcar y encontrarnos en la pared de la primera casa un cartel con estas palabras de Roberto Bolaño, el surrealista poeta chileno, tomadas de su más celebrado libro, "Los detectives salvajes": "He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia. Mejor así.

"Para la arquitectura y la escultura los infrarrealistas partimos de dos puntos: la barricada y el lecho.  Nos anteceden las mil vanguardias, sin exagerar, descuartizadas en los años sesentas. Un individuo podrá andar mil kilómetros, pero a la larga el camino se lo come".(Extraído, sin orden, del primer manifiesto infrarrealista, de Roberto Bolaño, títulado "Déjenlo todo, nuevamente").

 

Puede que todo se deba a la casualidad, no digo que no, pero fue ayer mismo cuando en casa leí ésto de una poeta francesa, Annie le Brun (1942-2024),   también vinculada al movimiento surrealista: "La deforestación de la imaginación es tan peligrosa como la deforestación de la Amazonía". Enseguida pensé que se quedaba muy corta en esa comparación, porque a mí me parece que la deforestación de  la imaginación lo que pone en peligro es a la especie humana,  en el mismo paquete que la selva amazónica y que otras muchas especies. Completamente de acuerdo en el juicio que a ella le merecían estos acelerados tiempos, en que "la acumulación y precipitación de los acontecimientos vuelve cada vez menos discernibles los efectos de las causas".

A propósito de esta confusión y a mayores de la teoría crítica del "valor", por mi cuenta he llegado a concluir que el Capitalismo, con el Estado como escudero, tienen su principio o causa primera en el instinto bruto de Propiedad territorial y reproductiva que venimos practicando desde hace milenios, al igual que otros primates, solo que nosotros lo hacemos en modo más fino, institucional, como un "derecho". Por eso llevo ya muchos años pensando que mejor que andarnos por las ramas, habría que atacar esa primera causa, tal como sucede con cualquier enfermedad, para no pasarnos la vida tomando pastillas. Y hablando de "valor",  como dice Anselm Jappe en el mencionado libro, "no deberíamos tener más miedo  que el de caer en la esperanza de que ÉSTO se arraglará por sí solo" (las mayúsculas son cosa mía). 

Pero a lo que realmente  íbamos a Villangómez (aparte de para comer), era para ver sus graffitis mientras paseábamos por sus calles, que estaban vacías y que concluían todas en una cuesta plagada de  bodegas abandonadas. Fuimos descubriendo murales pintados sobre tapias y fachadas que ya empiezan a estar algo desconchadas y desvaídos sus colores bajo el peso del tiempo, que no respeta su modernidad (sobrevenida, eso sí).  La infrarrealidad del momento consiste en que a esas horas no nos cruzamos con nadie, niños o ancianos, nadie, ni siquiera un perro. Todos habían desaparecido y solo nos topamos con un silencio otoñal a la vuelta de cada esquina, roto solo por ese aire tan de Burgos, que llega corriendo a su bola por los páramos provinciales y allí se queda, tan fresco.

 

Dos de los mejores graffitis de Villangómez y fotos de los dos poetas surrealistas aquí citados:  Annie le Brun y Roberto Bolaño.

 

A partir de su amistad con André Bretón, Annie Le Brun formó parte del movimiento surrealista de 1963 a 1969, año en que este grupo se autodisolvió. Por entonces comenzó  la época de su crítica al neofeminismo: moralismo y necedad que, lejos de ser inherentes a la palabra femenina, surgen cuando se quiere cargar toda la criminalidad sobre el otro sexo [...] Es lamentable escuchar hoy en todas partes, como si fuese un hecho establecido, que no hay mujeres voyeuristas, que no hay mujeres sádicas, y sobre todo, ya que es el ABC de la ceguera neofeminista, que la mirada es una función fálica".

Sorprende la viveza de colores de un graffiti dedicado a una señora mayor con gafas que pela un pollo; sorprende su exagerado y aumentado realismo, pintado a brocha y spray sobre la fachada de una nave agrícola que guarda un tractor y todo tipo de trastos, sin duda, tal como la vida misma, habas contadas, eso es lo que imagino que habrá ahi adentro de ese graffiti en esa nave.

Mientras hacía las fotos, me vino a la cabeza que nada tienen que ver esos colores vivos  del graffiti con el "vantablack", el color concebido para uso militar  (que fuera patentado por la empresa Surrey NanoSystems), cuya particularidad consiste en que absorbe la luz en más del 99 %.  La luz  que nos encontramos por Villangómez era otoñal como el aire,  y decadente como tirando a sepia, si bien, la mayor parte de los graffitis todavía lucían su color original. El  vantablack es el color negro más negro de todos, y es de propiedad privada. Se obtiene a partir de nanotubos de carbono, que son tres mil quinientas veces más finos que un cabello humano. Todo eso le permite abolir las formas y borrar los contornos hasta hacer invisible cada objeto que recubre. Técnicamente, tiene su explicación en que "el ojo humano no entiende lo que está viendo". Eso sí que es realidad aumentada y no  la escena del pollo muerto que pela la señora mayor con gafas...¡nanotubos, qué exageración, algo tres mil quinientas veces más fino que un cabello...y mira tú para lo que sirve, solo para engañar al ojo humano!

En la realidad-realidad, dicha exageración supera en mucho  a la descrita por Roberto Bolaño en su manifiesto infrarrealista:  

"Las galaxias del amor están apareciendo en la palma de nuestras manos. 

Poetas, suéltense las trenzas (si tienen). 

Quemen sus porquerías y empiecen a amar hasta que lleguen a los poemas incalculables. 

No queremos pinturas cinéticas, sino enormes atardeceres cinéticos. 

Caballos corriendo a 500 kilómetros por hora. 

Ardillas de fuego saltando por árboles (también) de fuego...

Ok, déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos". 

Precisamente "Del exceso de realidad" trataba una de las últimas reflexiones de Annie le Brun. Y lo que allí dijo se está cumpliendo a pies juntillas,  da igual el asunto del que se trate, si de transgénicos o de erotismo, de bioética o literatura, de democracia  o de degeneración del lenguaje, da igual porque todo se enreda promiscuamente, la velocidad con el tocino, en una exitosa estrategia sin precedente histórico, dirigida a lograr una uniforme globalización de lo humano más primario,  ese simpensamiento propio de la vida nuda,   que solo tiene sitio para la sumisión cívica o la oposición subvencionada, ninguno para una mínima disidencia o rebeldía. 

Percibiendo que la realidad está toda ella enfocada hacia el despojo sistémico de la imaginación, Annie le Brun invitaba, antes de morir,   a la resistencia y al retorno de la pasión como único camino para salir del laberinto insulso, homogéneo y   cutre de esta moderna ilustración oscura en que nos ha tocado vivir. Arte y ciencia de la ocultación y el engaño, como el vantablack, sofisticada tecnología de infoxicación narcótica que borra los contornos, que tiende a lo homogéneo y eternamente igual a sí mismo.

La prueba más básica de esa carencia de imaginación está en la arquitectura homogénea que se practica en estos últimos siglos de modernidad capitalista a partir del ideal de vivienda burguesa (casita de campo con jardín) con la que sueñan  los proletarios  unidos del mundo, ese 99%,  todos hartos de vivir  confinados en bloques de modernos pisitos de alquileres imposibles de pagar con solo dos sueldos. Ay, esa proletaria añoranza del Estado  patriarcal, socialdemócrata o fascista, con sus bloques sindicales y sus baratas "casitas del barrio alto", ay, con su economato, su capilla y hasta su cine propio. Y qué decir de esas casonas viejas del pueblo, de anchos muros de piedra con escudo familiar de encargo, con su propio jardín y su conexión wifi, las situadas en primera línea rural, casi enmedio del campo...esas casas con las que sueñan los últimos urbanitas de clase media con estudios, los que todavía sobreviven en los cascos viejos de un mundo metropolitano a extinguir, gentrificado. 

El futuro de Villangómez, como del resto de pueblos de Burgos o de Palencia, ya se sabe: aquí acabarán por vivir solo  gente solitaria y pudiente sin hijos, solo amantes de lo verde, del arte y del campo verde, del dinero virtual y verde, amantes de las mascotas verdes y de la cultura verde,  viajeros de lo verde, desencantados exturistas verdes que se desplazarán solo en bicicletas, patinetes, coches y aviones todos eléctricos y verdes. A ellos pertenece el próximo futuro feudal.

Por eso, durante los fines de semana sus parientes más verdes, juveniles y emprendedores, están graffitando todas las tapias y casas  de muchos pueblos, preparando ese próximo futuro medieval de la especie, no solo en Burgos o Palencia. Y, como muestra, ¡hay que ver qué bonitos  están quedando esos páramos burgaleses y palentinos repletos de magníficos molinillos verdes,  con sus tres aspas  refulgentes, cada una tan grande como un campo de fútbol... o esos campos sembrados antes solo de alfalfas y  trigos, y ahora por fin con todas sus hectáreas rebosantes de plantas industriales productoras de limpias energías verdes y macrogranjas de cerdos por fin rentables, no como aquellas lúgubres alfalfas  y aquellos tristes  trigos  que justo daban solo para comer, apenas para pagar el tractor al Banco y poco más. 


Tres de los mejores graffitis del M.A.R.(museo de arte rural) de Villangómez

 

Desde la infancia hemos sido acostumbradas a creer que trabajar y consumir son los únicos modos de existencia posible, por eso que la crisis que vivimos tenga un nivel muy profundo,  existencial y propiamente antropológico, muy difícil de definir porque básicamente es una crisis de imaginación, una incapacidad absoluta para pensar otras posibles formas de vida. En uno de esos textos surrealistas se dice que vivimos como encerrados en una çárcel incendiada y no tuviéramos la llave de la celda en la que estamos confinados...y que la sociedad capitalista parece hoy un gato que ha trepado muy alto, que se asusta y que por eso  sigue trepando más alto, sin parar. 

No es cierto el dicho de que "nada nuevo hay bajo el sol", baste un ejemplo: la huelga ya no sirve,  cuando cada vez más humanos son declarados sobrantes por el sistema productivo y el mercado, de ésto no hay precedente en la historia. De ahora en adelante, si logras no ser eliminado mediante guerra o pandemia,  solo puedes esperar a sobrevivir precariamente, con toda tu esperanza depositada en la  renta universal básica que promete el Estado en su fase terminal-postcapitalista.

Partiendo de una cantidad inicial de "valor"o capital, todo consiste en transformarla en una suma mayor, en más dinero, no hay más, esa es toda la lógica del capitalismo, su extraordinaria simpleza. Da igual producir bombas que bolígrafos, y si producir bolígrafos no genera suficiente dinero, sin más consideración se abandona  esa inversión y se pasa a producir cualquier otra cosa que resulte más rentable, armas nucleares o macrogranjas de cerdos, por ejemplo. Toda la espectacularidad y complejidad tecnológica del capitalismo está empleada en ocultar la extremada simpleza del sistema. Su éxito popular tiene explicación en ese ingenioso arte del engaño del ojo humano, que no entiende lo que ve.

La verdad es que la comida estaba fría como el día,  que fue normalita como viene siendo habitual entresemana en todas partes, cuando la despensa es escasa y el menú acostumbra a ser más barato, con destino a ocasionales turistas, jubilados o  en el Paro. Ahora, ya de vuelta a casa,  empiezo a explicarme por qué decía  mi abuela Rosa, con tanta insistencia, aquello de "a la vejez viruelas". Recuerdo que lo decía con el sentido de "a destiempo" cada vez que sentía sus ochenta años pesando sobre el genio natural de su cuerpo menudo, al que debía su mote de "Generala". Por entonces hubo una industria farmacéutica que transformó ese dicho popular en eslogan publicitario, cambiando viruelas por pastillas. 


PD.: Lo dicho, que  vimos algunos graffitis muy buenos, encontramos la realidad un tanto exagerada, la comida estaba  fría y por las calles vacías no andaban ni los perros. No me cabe duda: de ser posible otro mundo, necesariamente tiene que estar en éste, aquí, por estos coloridos pueblos paramiegos de Burgos y Palencia.

jueves, 6 de noviembre de 2025

UNA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA SIMIOS IDIOTAS Y AUTÓMATAS


“No corresponde que ciertos ingenieros desconectados de la realidad tengan la llave del destino de   la humanidad y que, encima, entren caminando por una alfombra roja” .                                           (Eric Sadin, sobre la IA, en la Feria del Libro de Buenos Aires, 2023).

¡Qué menos que  una mínima ilustración radical, a modo de humanismo general básico...y qué menos que una mínima democracia! (Antón Dké, 2025)

 

Primero fue sustituido el pensamiento reflexivo por el periodismo de twits o titulares, que  sirviera de precedente inspirador de las redes sociales, las que a su vez trajeron el metaverso y la IA. Nos dimos cuenta de las cosas cuando ya era tarde, por eso que ahora estemos forzados a intentar captar y entender el engendro de la IA que se nos viene encima. 

Acabo de preguntarle a la IA de quien es esta frase (yo sé que es de Eric Sadin) (1): “En el momento en el que las tecnologías dotadas de capacidad de habla se consolidaron y todos nos acostumbramos a que nos hable un o una asistente con una voz humana y agradable, resultó un sistema de consulta y conversación del que esperamos la verdad". Y la IA me responde ésto: "El autor de esa frase es Pedro García Cuartango. La cita proviene de un artículo de opinión titulado "Dios no ha muerto" publicado en el diario ABC". Busco y leo ese artículo y compruebo que ni la frase es de ese periodista, como que su artículo nada tiene que ver con mi pregunta ni sobre la IA. Deduzco por eso que esa  respuesta artificial es  menos inteligente que un diálogo entre besugos, algo así como cuando mi abuela Rosa me decía: "anda, manguán (2), no me mezcles la velocidad con el tocino". 

Entre quienes investigan las relaciones entre tecnología y sociedad, me interesa Eric Sadin, el filósofo francés que ha trazado en sus libros un diagnóstico -que yo comparto-  a partir del impacto que los artefactos tecnológicos producen en las actuales masas de homo sapiens, mi especie, que es la  mayoritaria (con cerca de 8.500 millones de individuos en la actualidad) entre los simios pertenecientes a la familia "hominidae", que incluye a orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos.  

Ya en 2011, un joven  filósofo francés, Eric Sadin, con solo 38 años de edad publicaba "La sociedad de la anticipación. La Web Precognitiva o la ruptura antropológica", mientras por estos lares mucha gente, y yo mismo, andábamos enzarzados en las asambleas del 15M. Era, ciertamente una anticipación de toda su obra posterior dedicada a la  cuestión tecnológica y la IA.  En ese libro reflexionaba sobre la dimensión antropologica y supuestamente fundamental y consustancial, que hace de la vida humana algo indeterminado, impredecible y azaroso, "que se está desvaneciendo gradualmente en favor de modos de existencia discretamente administrados y gobernados por robots dotados de inteligencia adivinatoria". A comienzos del siglo XXI, ya nos dominaba un deseo prometeico de querer anticipar el curso de las cosas con la mayor precisión posible.  La Sociedad de la Anticipación analizaba el surgimiento de una socialidad dotada de poderes técnicos que producen vértigo, buscando asegurar y optimizar el dominio, "ahora posible", sobre el futuro, modificando gradualmente nuestras relaciones históricas con el resto de humanos (los otros), además de con el tiempo y el espacio.

A ello dedica Eric Sadin todo su pensamiento y todas sus publicaciones: "Supervisión global. Encuesta sobre las nuevas formas de control (2009), La sociedad de la anticipación (2011), La humanidad aumentada (2013), La vida algorítmica (2015), La silicolonización del mundo (2016), La inteligencia artificial o el desafío del siglo (2018) y La era del individuo tirano (2022).

"El abandono de nosotros mismos" es su último libro, recién publicado con el subtítulo de "El punto de inflexión intelectual y creativo de la inteligencia artificial", editado por l'Echappée, que lo presenta como "un análisis meticuloso y crítico de las características de la IA generativa, así como de la ruptura antropológica que supone" 

Según Eric Sadin, las consecuencias sociales, culturales y civilizatorias que ésto acarreará son fundamentalmente estas tres: 

-"Primero, las tecnologías que generan un pseudolenguaje —matematizado, estadístico y estandarizado— están al alcance de todos, destinadas a convertirse en hegemónicas.

-Segundo, ya no conoceremos la naturaleza ni el origen de una imagen. Surge una era de indistinción generalizada, plagada de numerosos peligros a medida que crecen el resentimiento y la desconfianza.  

-Tercero, los dispositivos realizarán un número cada vez mayor de tareas cognitivamente exigentes, con mayor rapidez y, supuestamente, con mayor eficiencia que nosotros. Como resultado, un cambio radical azotará los sectores de servicios y cultura". 

Yo también tengo muy claro que vivimos un momento de extrema gravedad, mientras estamos siendo pasivos espectadores de cómo nuestro mundo y modos de vida son automatizados a toda prisa (téngase en cuenta que el chat GPT fue presentado hace solo 3 años (2022). Por supuesto que nada tiene que ver la IA con proyectos mínimamente democráticos y sociales, sino que más bien es el resultado de una concreta visión ideológica (transhumanista) de unos cuantos ingenieros,  junto a la ambición capitalista de las multinacionales que integran el actual imperio tecnológico. 

Este libro de Eric Sadin me parece a mí que es toda una defensa cuasiagónica de las facultades propiamente humanas,  además de una advertencia cargada de razones ante el riesgo cierto que corremos, de pertenecer -en apenas una década- a una humanidad  que el autor  califica como "ausente de sí misma".

A la espera de poder leerlo pronto en lengua castellana, he repasado algunas de las muchas reseñas en francés que están apareciendo estos días en los que se suceden las presentaciones del libro. Por ejemplo, Elea Cauvin, en Le Fígaro del 30 de octubre de 2025 dice: "La AI nos esclavizará, el manifiesto profético de Eric Sadin: ante el fundamentalismo de la IA, el autor nos invita a levantarnos para salvar los escombros del alma que sobrevive en nosotros".
 

Imagen que ilustra el artículo de referencia (revista digital Mare Nostrum)

Y en especial, me ha parecido interesante esta reseña de Mare Nostrum (3): "Inteligencia artificial: hacia la desaparición programada de los humanos: ¿Y si la revolución tecnológica enmascarara una disolución silenciosa, una desertificación lenta e inexorable de nuestro ser interior? 

Del libro de Eric Sadin se dice en esa reseña que  "es un acto político, más que un ensayo:  una disección de la humanidad en proceso de desintegración. Oscilando entre una alegoría inaugural, una crítica radical de las nuevas estructuras de poder y un diagnóstico antropológico de nuestra desvitalización, la obra teje un hilo narrativo implacable, el de la deliberada eliminación del lenguaje humano".

A mí lo que más me interesa del libro es su relevancia política, la de un pensamiento crítico en el que  Éric Sadin ofrece un mapa preciso de nuestra propia desposesión, en el sentido que yo acostumbro a decir:  a escala individual y de especie.

En esa misma reseña,  se dice también que el autor "revela los mecanismos ocultos del fundamentalismo digital. En lugar de lamentar los síntomas, Éric Sadin examina la estructura misma del problema. Su libro comienza con la parábola del ruiseñor, ese virtuoso del canto que, seducido por autómatas que producen melodías sin esfuerzo, elige la comodidad en lugar del arte. Este prólogo al drama revela la matriz de nuestra servidumbre voluntaria, esa preferencia por la pasividad que impregna toda la crítica del filósofo".

En ese texto se añade que el núcleo del discurso fundamentalista de la IA, es desmantelado por Eric Sadin mediante un formidable análisis, en el que éste identifica los cinco pilares que sustentan esta nueva religión secular:

"-Primero, líderes políticos fascinados, que actúan como fervientes promotores de un poder que los supera y al que financian con miles de millones de dólares.  

-Segundo, un «mundo interno» —ingenieros, investigadores, emprendedores— que, fingiendo preocupación por los posibles riesgos mediante discursos sobre «ética», aceleran implacablemente el proceso. 

-Tercero, los economistas, los nuevos teólogos del crecimiento, para quienes la automatización es un destino inevitable y deseable. 

-Cuarto, los comités y organismos oficiales, los garantes morales del sistema, cuyos estrechos vínculos con los actores de la industria tecnológica constituyen un conflicto de intereses sistémico. 

-Finalmente, los medios de comunicación, que, por fascinación o falta de distanciamiento crítico, transmiten incansablemente las declaraciones de quienes ostentan el poder. A estos cinco pilares, Éric Sadin añade un sexto, invisible y quizá el más poderoso de todos: "la gran ilusión de la regulación". La regulación, explica, se limita a avalar la lógica que pretende controlar, razonando dentro del marco utilitarista de la relación beneficio/riesgo, sin abordar jamás la cuestión fundamental de la ruptura antropológica y  civilizatoria".

El habla humana fue reemplazada por cálculos de probabilidad estadística: En el centro de este proceso se encuentra un actor clave: el lenguaje. Éric Sadin acuñó el concepto de «tanatólogo» para designar este lenguaje muerto, este pseudoverbo de las inteligencias artificiales generativas. No se trata de una herramienta nueva, sino de un «antilenguaje» basado no en la intencionalidad, la ambigüedad o la singularidad del sujeto, sino en la correlación estadística y la probabilidad. Este lenguaje de conformidad, que tiende a reproducir lo ya dicho, empobrece nuestra comprensión y sofoca el pensamiento.

Creencia excesiva y estupidez generalizada: el caos político que se avecina. La consecuencia de esta doble desposesión —del poder político y del lenguaje— es una profunda transformación antropológica que Éric Sadin denomina «anhumanidad» . No se trata del fin de la humanidad en el sentido poshumanista, sino del advenimiento de una humanidad vacía de sustancia, desvitalizada. Es el retrato de seres retraídos, espectadores de su propia existencia, satisfechos con su pasividad asistida.

Esta atrofia de la acción individual tiene consecuencias políticas devastadoras. Éric Sadin muestra cómo la destrucción de los puntos de referencia compartidos y la atomización de los individuos en sus burbujas de certeza crean un terreno fértil para un nuevo tipo de violencia. Lejos de la guerra convencional, se trata de una «guerra de estupideces colectivas», una guerra de dogmas y creencias excesivas, donde la imposibilidad de diálogo conduce a la negación del otro. La crítica a la violencia política que emerge es sutil y poderosa, y nos recuerda que la erosión de los controles y equilibrios (la prensa, el poder judicial, el conocimiento crítico), amenazados por esta ola, deja el campo abierto a todas las formas de autoritarismo. El estilo de Éric Sadin, a menudo polémico y profético, es en sí mismo un arma. Frente a la prosa neutral y desvinculada de la tecnocracia, opone un estilo visceral y comprometido, donde cada frase es una declaración de opinión. No solo describe, sino que recalca su punto de vista con vehemencia. Su retórica del colapso es una estrategia para despertar conciencias anestesiadas.

Quienes afirman -como se dice de otras muchas tecnologías- que el problema no reside en la herramienta en sí, sino en cómo la utilizamos los humanos, incurren en una grave y pésima interpretación. No ven que no es una  herramienta neutral, sino  un sistema diseñado, financiado y desplegado por un complejo tecnocapitalista con su propia agenda, que consiste en automatizar oficios y profesiones, capturando toda la atención para moldear el comportamiento y, en última instancia, desmantelar toda posibilidad de reflexión y deliberación. 

A estas alturas, preguntarse si la máquina «piensa» es una posición superficial que desvía la atención de las preguntas esenciales:  ¿quién se beneficia de éste sistema y qué tipo de mundo produce?. No hacerlo demuestra que no hemos comprendido ni la naturaleza sistémica, ni las implicaciones políticas del fenómeno.

Así se concluye en esa reseña del libro que "a  diferencia de una filosofía que prefiere ofrecer diagnósticos elegantes del paciente sin llegar a operarlo, la obra de Éric Sadin es un acto quirúrgico. No adormece el dolor, lo revela; no comenta la gangrena, la disecciona. Un manual de supervivencia para una sociedad en peligro".

 

 Epílogo

A la espera de una próxima lectura  en castellano de este ultimo libro de Eric Sadin, presiento que, aún estando muy de acuerdo en el análisis, echaré de menos, otra vez más,  un pensamiento estratégico que plantee y arriesgue una propuesta política, además de filosófica y moral,  un llamamiento a la acción que sirva para evitar el estado de melancolía que nos queda después de la crítica, para que el deseo de rebelión pueda prender, como proyecto político integral, antes de que el proceso histórico sea definitivamente irreversible. 

Insistiré una vez más que esa reversión será imposible sin antes entender que el núcleo del Sistema que criticamos no está solo enfrente, en la clase dominante, sino que nos habita como especie. No es posible mientras no abordemos la revolución necesaria como un proceso permanente de "evolución perfectiva", que ahora permanece atascado -desde el Neolítico-, cuando comenzamos a instituir  nuestras sociedades a partir de  nuestros instintos animales más primarios, empleando como "principios políticos" los instintos de jerarquía y propiedad: social, sexual y territorial.

Siempre seremos simios, no cabe duda, porque esa es la naturaleza original de nuestra especie "homo", pero digo yo que cabe esperar una mayor inteligencia "natural", antes que esa artificial (IA) preparada para perpetuar nuestra animalidad más primaria, enfocada en "perfeccionar" el mismo sistema de dominio sobre la especie y el planeta, todo un sofisticado y radical "cambio" que no cambia, sino que perpetúa el mismo Sistema institucional de origen neolítico: el de la Propiedad (territorial y reproductiva), culminante en un Estado crónico de división identitaria, según sexo, raza y clase...y eso, desde hace  no menos de diez milenios.

Lo que la IA viene a perfeccionar es el Sistema de dominación, haciendo del simio común un perfecto "idiota", en el sentido griego de este calificativo, un individuo perfectamente apolítico, desinteresado por lo público y comunitario, alguien perfectamente anónimo y sumiso,  como un autómata de cuerda, del siglo XVIII, o  como un autómata ciborg (4) del siglo 21.

En lo que no voy a estar de acuerdo con Eric Sadin, seguro, es en su afirmación de que "la IA modificará la naturaleza del ser humano" (5). No, porque yo pienso que la tecnología de la IA no es "mala e irreversible por sí", como tecnología, sino por su carga ideológica, continuista del sistema propìetario y jerárquico de dominación que ha marcado la historia humana y frenado su evolución  en los últimos siglos. Podríamos desarrollar una tecnología similar con principios radicalmente opuestos. 

Lo que yo pienso es que, de no cambiar los "principios" constituyentes de  nuestra relación con la sociedad y la  naturaleza, ésta seguirá siendo la propia de un simio escasamente evolucionado, detenido en el Neolítico. Lo que hará la IA del Sistema estatal/capitalista, si antes no lo impedimos, es desactivar toda posibilidad de "inteligencia-social-integral", ecológica y política, toda posibilidad de pensamiento propio y de futuro, de vidas autónomas y de organización comunal de nuestras sociedades en modo de autogobierno en asambleas convivenciales de iguales, o sea: el viejo proyecto humano de "dignidad y democracia real". 

Solo el olvido de ese proyecto es lo que devendrá en un abandono de nosotros mismos y en la definitiva domesticación de nuestra especie.

Notas:

(1) Eric Sadin: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89ric_Sadin

Su web: http://ericsadin.org/

(2) Manguán, en el Diccionario General de la Lengua Asturiana:  torpe, desmañado, holgazán, negligente, descuidado, desocupado, poco útil para el trabajo, que no pone atención en lo que hace, sin oficio, que no trabaja, pelitrique, con poco juicio, sin responsabilidad, sinvergüenza, mangante, golfo, pendenciero, pusilánime, apocado. Ejemplos: 1. El mui manguán nun fixo nada en tol día. 2.Labraor gordu o ta malu o ye un manguán. 

(3) Mare Nostrum, revista digital que publicó el artículo "Inteligencia artificial: hacia la desaparición programada de los humanos".

(4) El término "Cíborg", según la propia IA, "es  acrónimo del inglés Cybernetic Organism y se puede referir a personas con implantes médicos, como un marcapasos, como a ficciones que fusionan la biología con la tecnología avanzada para crear superhumanos".

(5) Esta afirmación la hizo Éric Sadin durante la primera jornada del Evento Tendencias, organizado en 2024 por El País en el Teatro Real del Retiro (Madrid).

lunes, 27 de octubre de 2025

CIEN VISTAS DEL MONTE FUJI

 He publicado infinidad de dibujos; pero estoy descontento de todo lo que he producido antes de cumplir los setenta años. Fue a la edad de los setenta y tres cuando comprendí más o menos la forma y verdadera naturaleza de los pájaros, de los peces, de las plantas, etc. En consecuencia, a la edad de ochenta años habré hecho muchos progresos, llegaré al fondo de las cosas; a los cien, un punto o una línea, todo estará vivo. Pido a los que vivan tanto como yo que vean si mantengo la promesa”. 

Katsushika Hokusai, postfacio a Cien vistas del monte Fuji, 1834

  

Tres de las 102 viñetas del libro “Cien vistas del monte Fuji”, de Katsushika Hokusai

 

Eso mismo me está pasando, y a la misma edad que le sucediera a Hokusai. Y pienso que también le pasa a mucha gente, que a medida que nos hacemos viejos empezamos a tener algunas certezas sobre lo que pudiera ser èsto del vivir y el habitar un mundo, al tiempo que un lugar, y hasta cierto entendimiento de lo que sucede a nuestro alrededor...a buenas horas mangas verdes, decimos por costumbre cuando presentimos que nos queda poco tiempo y la vida reclama una prórroga. Y es que antes de llegar a la vejez, aunque lo intuyamos, no acabamos de entender que nuestra principal diferencia respecto del resto de especies consiste en que los humanos somos los únicos animales que viven sabiendo que van a morir. Lo que no es una diferencia pequeña.

Por mucho que lea, escuche o vea, lo que más puede en mí es una intuición poderosa que proviene, seguro, de una especie de fondo o sedimento vital, producto de la experiencia  acumulada en ese montón de años que cargo con creciente pesadumbre, lo reconozco, sí, porque los huesos me duelen cada día un poco más y tienden a respetarme solo si me humillo y camino algo encorvado, un poco más cada día. 

No tengo una clara conciencia del día que entré en la vejez, pero tuvo que ser después de entrarme esta obsesión que tengo con la idea de un mundo nuevo y comunal, “del común y lo común”, construido a partir de un pacto de especie...es una poderosa obsesión como la que le supongo a Hokusai con el monte Fuji: una idea fija que te absorbe el pensamiento y toda tu creatividad hasta en sueños, que te tiene como sumido y preso de una fiebre constante en el tramo final de tu vida, una pasión compulsiva que sin parar te dice date prisa, date prisa, dilo, dilo y déjalo por escrito, que mañana igual se hace tarde, o ya no recuerdas, o ya no llegas ni puedes.

Composición, a partir de la Gran Ola de Kanagawa y el monte Fuji, de Hokusai, y la Noche estrellada de Van Gogh.

Obsérvese que al fondo de la Gran Ola amenazante se vislumbra la pacífica silueta nevada del monte Fuji, siempre omnipresente, estableciendo obsesivamente un contraste radical entre movimiento y serenidad, lo mismo en el cuadro que en todas las 102 escenas de su obra “Cien vistas del monte Fuji”.

La composición del cuadro de Hokusai nos coloca en posición de observadores detrás de la ola gigante, capturando el preciso instante que precede al desplome de esa inmensa masa de agua que tiene la envergadura de una gran montaña. Ese instante me parece a mí muy similar al que vivimos hoy en día, mirando atónitos cómo nuestro mundo está a punto de ser arrasado ante nuestra paralizada e impotente mirada.

Es curioso y muy sorprendente lo que sucede con el arte de Hokusai, el artista que habiendo roto con el convencionalismo de la tradición japonesa por influencia de la pintura paisajista europea -concretamente holandesa- rompió con esa tradición al integrar en su arte los paisajes y las actividades rurales, junto a una técnica de largas perspectivas y presencia constante de asuntos cotidianos, lo que en realidad era muy poco frecuente en el arte japonés practicado en su tiempo, a caballo de los siglos XVIII y XIX. Digo que es sorprendente, porque desde Europa se vió la “Gran Ola de Kanagawa”, la más conocida obra de Hokusai, como la quintaesencia del arte japonés y en un rizo de paradojas incluso hubo expertos en arte que llegaron a afirmar que Van Gogh se había inspirado en la Gran Ola de Hokusai al pintar en 1889 su obra "La noche estrellada", donde puso nubes que parecen grandes olas a punto de romper en un cielo oceánico montado sobre un mar de girasoles.

Este paradójico vaivén entre Occidente y Oriente me sirve de ejemplo que ilustra muy bien lo des-orientado que anda nuestro occidente europeo, que ve orientes y orientalismos por todas partes, como ausente y extranjero de sí mismo, una Europa que todavía se cree un continente contra lo que dicen sus propios mapas, que la sitúan en la pequeña parte atlántico-mediterránea del gran continente euroasiático, ignorante de su condición “oriental” respecto del actual imperio USA. Quizá, digo yo, sea por disimular sus viejas vergüenzas coloniales o su condición actual de provincia imperial. 

 

Desde que empecé a subir montañas a temprana edad, allá donde he vivido tuve siempre mi propio monte Fuji como horizonte y referencia espacial y vital, sin que fuera algo premeditado. Fue el pico de  Midi d`Ossau (2884m) mientras vivía en los Pirineos junto a la frontera del Somport, el pico Almanzor (2591m) durante los muchos años que anduve habitando y escalando por las gargantas y circos de la  Sierra de Gredos, y desde hace más de treinta años son  los picos Espigüete (2450m) y Curavacas (2524m), por ahora y mientras viva aquí, en la Montaña Palentina.

Mi monte Fuji no es solo una montaña, es también una poderosa intuición que guía mi pensamiento en este tramo final. Por eso sé (sin saber cómo) que por primera vez en la historia de la humanidad, es ahora, en estos mismos días de máxima incertidumbre y confusión ideológica, cuando empezamos a vislumbrar una mínima conciencia universal y de especie, que nunca antes fue posible, ni lo será del todo mientras sigamos habitando la Tierra con mentalidad de consumidores o propietarios,  repartidos y aislados en solares nacionales, cada cual vivíendo en su raza y nación particular, en sucedáneas comunidades estatales, burocráticas, comerciales y militares, indemocracias todas, naciones y personas abriéndose paso a codazos en este mundo-mercado, a la caza de Grandes Rebajas.

Y ésta es la paradoja inversa de la globalización capitalista en que vivimos, que aunque haya que esperar una década a que pase el tsunami neofascista que hoy recorre el mundo, este Orden irracional no podrá evitar su propia autodestrucción sistémica, que ya está sucediendo a la sombra del falso progreso capitalista, que de tanto andarse por las ramas se ha quedado sin raíces ni sustancia.

Vivimos en un instante congelado, un tiempo muerto que se parece mucho al fin de la Historia que vaticinara Francis Fukuyama, el  filósofo liberal metido a vidente y profeta. Pero éste no es sino el momento previo al romper de la Gran Ola. Puedo intuir el inmenso silencio del espacio vacío que le sigue a ese momento, al que hemos nombrado "colapso", a modo de profecía que espera ser autocumplida. 

Si se observa en sus detalles el cuadro de la Gran Ola, se verá que aparece al fondo, diminuta, la serena figura del Monte Fuji como alegoría de ese lugar o país al que  en sueños siempre quisimos llegar y habitar.  A día de hoy, la enseñanza que yo extraigo,  en contra de la oscura lógica de los tiempos que corren, es que a pesar de tanto ruido y oscuridad, nunca como ahora estuve tan cerca de compartir este sueño/proyecto  que yo tengo,   de una Tierra Común habitable y compartida que, como el Fuji de Hokusai, a mí me desvela y no me deja morir.

jueves, 23 de octubre de 2025

RECORDANDO AL PERIÓDICO COMARCAL "EL AGUILA", FUNDADO EN 1914

 


SE OLVIDA QUE TUVIMOS UN PERIÓDICO COMARCAL, "EL AGUILA", cuya cabecera original tiene fecha de 1914, en la que figuraba, como lema: "PERIÓDICO DECENAL INDEPENDIENTE DEFENSOR DE LOS INTERESES MORALES Y MATERIALES DE LA REGIÓN"

Este viernes 24 tendrá lugar en la biblioteca municipal de Aguilar de Campoo la presentación del último número, el 108, de la revista VALDEOLEA. Sé que en ese acto se va a hablar de algunas otras publicaciones locales, todas desaparecidas, y con tal ocasión quiero recordar que en Aguilar tuvimos un periódico comarcal, El Aguila, que en su última época se editó hasta 2001 (si no recuerdo mal), gracias al empeño personal y perseverancia de Emilio Martínez. 


 
Durante tres años, los que van de 1.999 a 2001, vine escribiendo una colaboración mensual para este periódico comarcal hoy desaparecido. El espacio de dicha colaboración tenía el nombre de “Paralelo 43”. Al cesar esta colaboración, unos amigos me propusieron que reuniera dichos artículos en una publicación. Y a esta solicitud corresponde este libro, que a mi entender es una modesta crónica de lo que pasaba en esta comarca por aquellos años. 
 
Se puede leer o descargar en este enlace:

domingo, 19 de octubre de 2025

MOMENTOS PERFECTOS

 

 

Composición propia a partir de tres fotos que vi en una magnífica exposición presentada en el museo cartográfico Juan de la Cosa, en la casa de cultura de Potes (Liébana).

domingo, 12 de octubre de 2025

EL LADO OSCURO DE LA ILUSTRACIÓN BURGUESA: LO QUE HACE DE LA PROPIEDAD EL FUNDAMENTO DE LA LIBERTAD

 


 

El tiempo de los monstruos donde el abismo se repuebla. Las cosas que la gente no tiene ganas de escuchar, que no quiere ver aún cuando estén bien a la vista son, entre otras, las siguientes: primero, que todos los perfeccionamientos técnicos que han simplificado la vida hasta eliminar de ella casi todo lo realmente vivo, fomentan algo que ya no es una civilización; segundo, que la barbarie surge, como algo natural, de esta vida simplificada, mecanizada y sin espíritu; y, tercero, que, de todos los resultados terribles de esta experiencia de deshumanización a la que la gente se ha prestado de buen grado, el más aterrador de todos es el de su descendencia, ya que este es el que, en resumidas cuentas, ratifica todos los demás. Por ello, cuando el ciudadano−ecologista se atreve a plantear la cuestión que cree más molesta preguntando: «¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? en realidad, está evitando plantear otra realmente inquietante: «¿A qué hijos vamos a dejar el mundo?”

Esto se decía en el prólogo a la publicación en castellano (Editorial Pepitas de Calabaza, 2016) del libro de Jaime Semprún “El abismo se repuebla”, publicado por primera vez en Francia en 1997 por la editorial Encyclopédie des Nuisances. 

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Lunes, 6 de octubre de 2025, Un cuerno de carnero resuena en la gran sala de conciertos del Movistar Arena de Buenos Aires, el concierto va a empezar...¡viva la libertad, carajo!. Se sabe que vivimos en tiempos en que la libertad es proporcional a la propiedad y a la cuenta corriente y que, aunque solo sea por eso, las masas proletarias se están haciendo libertarias, siguiendo a ciegas a los líderes más ricos: porque adoran, como ellos, esa fuente de libertad que es la propiedad y el consumo. Estamos en ese interregno de incivilización, en el tiempo de los monstruos” que diría Gramsci.

Son las 20:30 y la puesta en escena no es muy sutil que digamos, a base de imágenes generadas mediante inteligencia artificial y proyectadas en pantallas gigantes: edificios que se derrumban, una explosión nuclear y un gran fuego que lo arrasa todo. Y ante ese fondo espectacular, más de quince mil personas gritan de excitación y alegría...¡hola a todos!, el presidente de la República Argentina grita y canta en ese inmenso escenario: “yo soy el León, rugió la bestia en medio de la avenida, corrió la casta, sin entender, Panic Show a plena luz del día, por favor no huyas de mí, yo soy el rey de un mundo perdido, te devoraré, soy el rey, toda la casta es de mi apetito...el concierto puede comenzar, ¡viva la libertad, carajo!”

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En el verano de 1930, Antonio Gramsci dijo esta frase: “La crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer y en ese interregno se verifican los más variados fenómenos morbosos”. Por entonces, Gramsci estaba convencido de que tras la Gran Guerra se estaba produciendo una profunda transformación, el aparato hegemónico ha entrado en una crisis orgánica y radical al perder su consenso...dejó de ser “dirigente” y ya solo es “dominante”, detentador de un poder coercitivo puro...las masas se han desprendido de sus ideologías tradicionales, nadie cree en lo que antes se creía y la situación amenaza con derrumbarse porque el campo queda abierto a “soluciones por la fuerza” y a la actividad de poderes oscuros, representados por personajes providenciales y carismáticos, como lo  fueron en su día Mussolini o Hitler y que ahora constituyen un grupo mucho más amplio, que sigue creciendo: Donald Trump, Vladimir Putin, Javier Milei, Nicolás Maduro, Benjamín Netanyahu, Viktor Orbán, Xi Jinping o Kim Jong-Un….

Como dice Nathan Sperber (y yo estoy de acuerdo): "todos estos personajes han hecho contemporáneo al Antonio Gramsci que afirmaba que cuando la crisis no encuentra la solución orgánica (la fusión de una clase bajo una única dirección para resolver un problema dominante y existencial), sino la de un personaje providencial, ello significa que existe un equilibrio estático en el que ni la clase conservadora ni la progresista tienen  fuerza suficiente para vencer”.

Pero también significa, según creo, que en esos interregnos, la desorientación de ambas clases les lleva a necesitar y buscar a ese líder providencial y carismático que viene a ocupar el vacío provocado por el descrédito de las instituciones burguesas, tanto conservadoras como progresistas. Es la salida que Gramsci llamaba “cesarismo”.

La grotesca puesta en escena del concierto de Milei refleja muy bien "el secreto” de esta época nuestra, este amor por la fuerza libertaria de la propiedad, por la destrucción y la oscuridad...¿por qué será que tengamos esta época poblada de figuras tan extrañas, de dónde vendrá esta perversión?...leo en un artículo de la revista Le Grand Continent que en medio del concierto, Javier Milei le dijo al público: hagan luz con los celulares, a ver cómo se ve”.  

Se dice que el nuevo cesarismo lleva la marca de la disrupción o distopía digital, representada por una especie de Golpe de Estado diseñado y perpetrado desde Silicon Valley, una revolución digital que todo lo irradia, a la vez que lo embarulla a favor del pescador más lenguaraz. 

 



Pero, ¿por qué Donald Trump es imbatible en este momento?

A esta pregunta intentaba responder el filósofo Antonio Marina en un escrito publicado en noviembre de 2024, a partir de dar por sentada tal premisa de imbatibilidad.

Pienso que Donald Trump es más irracional y antiilustrado que fascista. Es alguien que puede hablar en defensa de la democracia y maldecirla al poco rato como fuente de todos los males; y puede forzar al mundo a una carrera armamentística irracional y recibir al tiempo (quizá en 2026) el Premio Nobel de la Paz. Para entender lo irracional del personaje hay que leer el radical pensamiento antiilustrado de sus actuales mentores filosóficos y estratégicos, ese trío que forman Peter Thiel (el empresario alemán cofundador de Pay Pal junto con Elon Musk), Curtis Yarvin (el bloguero de extrema derecha, el antisistema teórico de la "monarquía corporativa") y Nick Land (el filósofo ciberpunk precursor del aceleracionismo y principal referente ideológico del movimiento neorreaccionario).

Los   argumentos poco valen para estos personajes, para quienes lo que prima sobre todo es el poder. Su recomendación al individuo-masa al que se dirigen, viene a decir algo como ésto: “si quieres que tu verdad se imponga, no confíes en las razones, que no valen para nada, mejor ¡dedícate a conseguir el poder!”. En este sentido, Hannah Arendt señalaba en su libro “Orígenes del totalitarismo” que “el sujeto ideal de la dominación totalitaria no es el nazi convencido, ni el comunista fervoroso, sino la gente para la que la distinción entre realidad y ficción, entre verdadero y falso, no existe”.

Pues bien, aunque yo tenga mi propio diagnóstico, básicamente estoy muy de acuerdo con la tesis de Antonio Marina al respecto:

Trump ha vencido abrumadoramente en el combate de las ideas, y seguirá haciéndolo mientras nadie sea capaz de enfrentarse a él en ese nivel. Kamala Harris, el Partido Demócrata y los intelectuales progresistas no lo han sido. Resumiré mi tesis. En este momento, tanto los partidos de derechas como los de izquierdas están de acuerdo en una cosa: en arremeter contra la Ilustración y sus logros. Y Trump ha sido más listo, se ha adueñado de ese discurso y ha dejado a los demás sin nada que decir. Tal vez al lector le parezca que me estoy dejando llevar por una deformación filosófica, y que hay causas económicas, viscerales, racistas en la victoria de Trump. Desde luego, pero por debajo hay una infraestructura ideológica que ha debilitado el sistema inmunitario de nuestra sociedad. 

Las ideas básicas de la Ilustración fueron la confianza en la razón y en la ciencia, la universalidad de las verdades, de los derechos y de las normas morales, la necesidad de someter todas las ideas y las instituciones al pensamiento crítico, y el rechazo de los argumentos basados en la autoridad. La Humanidad había llegado a su mayoría de edad.

El movimiento anti-ilustrado promovido por conservadores y progresistas ha producido un descrédito de la noción de verdad, un elogio de las creencias no racionales,  una emergencia del pensamiento tribal, y una infantilización del discurso político. Y, por supuesto, una abolición del pensamiento crítico, como ha demostrado la teoría y práctica de la cancelación en las universidades americanas. Estos fenómenos llevan inevitablemente a una polarización extrema y abren la puerta a un poder autoritario. Trump  ha entendido mejor que nadie el mundo actual y lo ha aprovechado”.

Concluye así su reflexión Jose A. Marina: “En esta situación, ¿quién puede oponerse a Trump? Nadie. Bueno, sí: los que estamos empeñados en rehabilitar el proyecto ilustrado, que en este momento no podemos ser ni de derechas ni de izquierdas".

Y ahí es donde yo empiezo a razonar de otra manera: si el proyecto de la Ilustración ha sido tan fácilmente pervertido, puede que mejor que rehabilitarlo sea radicalizarlo: por ejemplo, pensando y construyendo democracias de verdad, sin partidos o figurantes intermediarios o “representativos”, adoptando modos de vida realmente libertarios en el sentido de vida autonoma, con formas de vida convivencial y comunitaria, plenamente autónoma y responsable de cuidar la dignidad de cada ser humano y de la calidad real de cada vida, tanto como cuidar del equilibrio ecológico del que depende la continuidad y reproducción de nuestra especie como las del conjunto de la Vida. Mejor nos convendría, a mi entender, una Nueva Ilustración Radical, tal como la define muy bien la filósofa catalana Marina Garcés, pero que  yo propongo -con fundamento tan axiológico como estratégico- concretada en un Pacto de Especie  para la realización de tres básicos y radicales ideas/proyecto ilustradas con dimensión de universalidad: 1) Declaración de la Tierra al completo como propiedad comunal de la Vida, o sea, del conjunto de especies y sus generaciones, haciéndonos cargo de ello los humanos, individuos y comunidades, por corresponderle esa responsabilidad a nuestra especie por ser la más adelantada en la Evolución de la Vida y la única que puede tener conciencia de todo ello. 2) Que la libertad tenga sentido como reconocimiento práctico de la autonomía y dignidad humana, que son propias de cada persona y de sus comunidades convivenciales (doméstica, vecinal y paisana), lo que obliga a un respetuoso trato social, entre individuos naturalmente diferentes que se reconocen como políticamente iguales. 3) Reconocer que la democracia solo puede ser ilustrada si es integral, identificada con la ecología, la política y la economía en su conjunto, en modo de comunidad convivencial real, y no ficticia al modo de las sucedáneas "comunidades nacionales" de factura estatal; o sea: democracia sin intermediarios, (sean éstos individuos, partidos o corporaciones) que actúen de figurantes-representantes. Con lo que ya sabemos tras una experiencia histórica de 25 siglos de intentos democráticos, la democracia será ilustrada solo si deja de ser un mero "procedimiento" y la tomamos como un fin en sí misma, practicada como sistema de autogobierno, con plena autonomía personal/comunitaria, con la necesaria inteligencia/responsabilidad ecológica.


 

La Ilustración  Oscura como absurdo sistema-antisistema

Los neorreaccionarios cuando hablan de Ilustración Oscura se refieren básicamente a las democracias  progresistas o liberal/socialistas. Por tanto, hay que tener muy en cuenta ésto: que cuando critican a la Ilustración la identifican y confunden con su versión perversa, la modernidad liberal-burguesa, por lo que bien podríamos decir de este pensamiento neorreaccionario que con su crítica antisistema "escupe para arriba". Se verá nítidamente en cuanto gobiernen durante la próxima y tenebrosa década que tenemos por delante. Como adelanto, el rey de USA, Donald Trump, ha tenido que inyectar hace solo unos días, veinte mil millones de dólares en la maltrecha economía argentina, para salvar el culo de su amigo Javier Milei, el trastornado presidente de esa República americana. 

Para los neoreaccionarios más duros, la democracia no está solamente agotada y condenada, creen que es una condena en sí misma. Salirse de ella llega a ser el imperativo más  importante y urgente. La corriente subterránea que propulsa tal antipolı́tica es hobbesiana, es una ilustración  coherentemente oscura y  predispuesta, en todo caso, a percibir a las masas "polı́ticamente despiertas” como una clamorosa turba irracional. Conciben las dinámicas de la democracia como fundamentalmente degenerativas, que solo sirven para consolidar y exacerbar sistemáticamente todos los vicios privados, resentimientos y deficiencias, hasta llegar a un nivel de criminalidad colectiva y de corrupción social total. Piensan que el polı́tico democrático y su electorado están atados por un circuito de excitación recı́proca, en el cual cada lado -izquierda y derecha- lleva al otro a más extremismos. Donde la ilustración progresista ve "ideales", la ilustración reaccionaria solo ve "apetitos". 

Una corriente de pensamiento muy influyente en este movimiento antiilustrado y neorreaccionario es la que representa el filósofo libertario-anarcocapitalista  Hans-Hermann Hoppe (1949), cuya crítica se basa en un derecho "natural" a la propiedad privada, por el que los legítimos propietarios de las tierras tienen el derecho a excluir a quien crean conveniente, ejerciendo su libertad en su propiedad privada. Como muchos otros libertarios, Hoppe entiende que "sólo puede existir libertad si hay (suficiente) propiedad privada para llevarla a cabo".

Hoppe defiende un “sociedad de ley privada”, anarco-capitalista; pero entre monarquı́a y democracia no tiene duda, y su argumento es estrictamente hobbesiano: como monopolista hereditario, un rey ve a su territorio y a la gente bajo su mandato, como su propiedad personal, así ejerce una explotación monopolı́stica de esta propiedad. Bajo la democracia, el monopolio y la explotación monopolı́stica no desaparecen, lo que sucede es ésto: en vez de un rey y una nobleza que ven al paı́s como su propiedad privada, un cuidador temporal e intercambiable (se refiere a cualquier gobierno democrático) es puesto a cargo monopolı́stico del paı́s. Este cuidador no es dueño del paı́s, pero mientras que esté en el gobierno se le permite usarlo como suyo y para la ventaja de sus protegidos. Es dueño de su uso actual, como usufructo, pero no de su stock de capital. Esto no elimina la explotación, al contrario, hace que la explotación sea menos calculada y se lleve a cabo con nada de consideración por el stock de capital. Así la explotación se vuelve miope y el consumo de capital se promueve sistemáticamente.”

Es precisamente aquí donde Hoppe me proporciona la clave inversa que fundamenta mi propuesta sistémica de "democracia convivencial, integral y comunal". Mi diferencia  no es equidistante, sino radical y más bien frontalmente contraria a esas dos formas, solo en apariencia antagónicas -conservadora y progresista-, perversoras del principio de racionalidad  o "Ilustración", que  a la altura de la experiencia histórica y del conocimiento científico  que acumula nuestra especie, solo puede ser "nueva" y "radical", tal como acierta a pensar Marina Garcés.

Esa clave consiste en la perversión irracional que consiste en fundamentar la idea y práctica de la libertad sobre el principio de Propiedad. Esa básica perversión ideológica es la que yo pienso ha extraviado la evolución de nuestra especie, que desde el Neolítico permanece estancada en una  fase animal cuya organización social sigue siendo muy primaria, a pesar de su espectacularidad tecnológica, que no logra tapar su fundamento en los primarios instintos jerárquicos, de propiedad territorial y reproductiva, los mismos  que tenemos en común con otras muchas especies del reino animal. De ahí la lógica inversa que hace tan "natural" el éxito histórico de las instituciones sociales formadas a partir de esos instintos animales, me refiero a las más principales, como las de la Propiedad, Patriarcado y Estado, las mismas instituciones que siguen la primitiva ley de la selva, que tan del gusto es del pensamiento naturalista y romántico, sea en su versión conservadora o progresista.

No me siento en soledad cuando defiendo, a mi modo, la necesidad existencial, a escala tanto individual como de especie, de una Nueva Ilustración Radical. No me siento del todo en soledad porque es cierto que actualmente está creciendo  en el mundo la gente que está actualizando su pensamiento político hacia las ideas y prácticas de "comunalismo y democracia directa", más a medida que crece (en mayor proporción) la ola neofascista de la Ilustración Oscura.   

Sí que me siento en soledad cuando compruebo que todas esas corrientes, sin excepción, siguen sin tener en cuenta la "clave inversa"   que antes mencioné en referencia al libertario anarcocapitalista Hans Hermann Hoppe: la propiedad como fundamento de la libertad, eso que yo considero como "fallo principal" en la evolución de nuestra especie.

Así, mis amigos de la Revolución Integral, liderados por Félix Rodrigo Mora, siguen atados a una visión romántica y medievalista de una idílica "copropiedad comunal" complementaria de la principal "propiedad privada", a condición de ser ésta una "pequeña propiedad"... como si cada parcela de tierra, por ser pequeña no fuera parte de un único ecosistema terrestre, de la Tierra Común, como si esta ideología "pequeño-propietarista" no fuera también germen de todo capitalismo y  todo nacionalismo. Como tampoco es de extrañar su creencia medievalista que ve revoluciones campesinas y conquistas populares en los Fueros, Comunales y Concejos medievales, donde hubo solo graciosas concesiones de las monarquías feudales y eclesiásticas, a cambio de sumisión integral y a veces como pactos de conveniencia fiscal, que no logran borrar el Estado real de sumisión popular al  Orden totalitario-feudal. 

También otros amigos comunalistas, como los de la corriente marxista que promueve el ecosocialismo (caso de Christian Laval y Pierre Dardot)  o como la corriente comunalista-anarquista  que promueve la gente del "Taller de Ecología Social y Comunalismo", tampoco han llegado a comprenderlo. Y cuando, en teoría han estado cerca, les sucede que en la práctica o bien son incapaces de "deshacerse" de la Propiedad y del Estado, caso de los marxistas, aunque mantengan "la necesidad histórica de acabar con las Clases y el Estado";  o bien, como los de tradición anarquista, tienen una también tradicional carencia ideológica y funcional de pensamiento estratégico, que les impide siquiera imaginar una organización social en modo autogobierno, o sea: propiamente democrática y anarquista. 

Por eso que me sienta tan en soledad con mi denuncia de la ideología propietarista que  al conjunto de la especie humana nos mantiene en un atasco evolutivo y  nos ata al primitivo pensamiento animal, reaccionario/instintivo, de la propiedad territorial y reproductiva, practicado institucionalmente como Propiedad, Patriarcado y Estado, con origen en la revolución urbanoestatal del Neolítico; tan en soledad como me siento cada vez que presento mi propuesta de un básico Pacto de Especie, el que  vengo proponiendo desde hace muchos años en torno a elementales principios de racionalidad humanista, ecológica, comunal y democrática. 

Nunca antes pudo ser ésto pensado, porque nunca antes pudimos tener, como Ahora, una mínima conciencia de especie.